lunes, 7 de septiembre de 2009

Una corta distancia entre la vida y la muerte en el Cementerio Central


En un espacio corto y sin dimensiones encontrar personas que trabajan para la muerte es sentir en vida lo que falta por decir o hacer.

Nos hemos encontrado con un paraíso cercano a la muerte, en donde cada ser humano cambia de vida y cambia de reacción, cambia de un estado para convertirse en un todo; pasamos a un ente donde no existe ni la razón, ni el pensamiento; esto es solo el paso de un espacio limitado a un espacio infinito y debemos correr a ella. Esta es una reflexión de un de hombre de 39 años que se llama Reyes Galindo quien se desempeña como operario o sepulturero en el Cementerio Central de Bogotá.

Lenin Palma: ¿Cuál es su labor fundamental en el Cementerio Central?
Reyes Galindo: Mi función fundamental es la de exhumación e inhumaciones.

L. P: ¿En qué consisten esos dos términos o palabras?
R. G: Exhumación es cuando se saca los cuerpos de las bóvedas e inhumaciones es cuando se ingresan a la bóveda.

L. P: ¿Desde hace cuánto se desempeña usted en esta labor?
R. G: Hago esta labor desde hace 9 años.

L. P: ¿Qué le ha dejado esto?
R. G: Acá uno se da cuenta que todos los seres humanos somos iguales; ricos, pobres, estratos medios, altos. Somos iguales, porque donde somos y venimos a descansar los seres humanos.

L. P: ¿Tiene algún horario?
R. G: Si, mi horario es de 7:30 de la mañana a 4:30 de la tarde.

L. P: ¿Algún salario?
R. G: No, en eso si me reservo

L. P: ¿Cuánto lleva laborando en los cementerios?
R. G: Llevo total laborando 15 años, en Chapinero trabajé casi 6 años

L. P: Su primer trabajo ¿Cuál fue?
R. G: Mi primer trabajo en un cementerio fue instalador y reparador de lápidas, también hacía la labor de refacción de mausoleos. Yo trabajaba de independiente, no se trabajaba directamente con la empresa.

L. P: ¿Ahora trabaja directamente con alguna empresa en particular o independiente?
R. G: No, ahora trabajo directamente con el consorcio

L. P: ¿Cómo se llama el consorcio?
R. G: Nuevo Renacer

L. P: ¿Cómo está administrado el consorcio?
R. G: Eso lo administra la unidad ejecutiva que es la encargada de administración de los cementerios y todo lo que tiene que ver con el aseo.

L. P: ¿Tiene alguna anécdota que le haya marcado su vida durante esta labor, acá o el alguno otro cementerio?
R G: La verdad no, porque uno se acostumbra a este medio o ambiente.

L. P: ¿Tiene descansos entre semana o cómo están organizados?
R. G: Si, claro descansamos un dominical y trabajamos otro dominical

L. P: Su familia ¿Qué piensa de su labor?
R. G: Ellos lo catalogan como algo friolento en todo sentido de la palabra, ya que uno le da a entender que como ser humano tiene que mientras está en este planeta todo se tiene que hacer en vida. Sobretodo hacer cosas positivas, servirle a la gente a la comunidad; en nuestro caso dependemos de nuestros clientes.

L. P: Durante larga lista de clientes de todos los diversos estratos, diversas clases de personas. ¿Qué perciben en ellos?
R. G: Como se trata de toda clase social que viene gente de la alta sociedad como también vienen personas de barrios populares. Existe un servicio de servicio, pues por ejemplo cuando se trata un servicio de muerte violenta.

L. P: ¿Cómo se maneja la situación de una muerte violenta?
R G: Es un servicio al que llamamos “servicios calientes” esos servicios tenemos que analizar la situación que es pesada porque la gente viene con el dolor muy “tenaz” y si la gente misma le quiere meter en el hueco o si la gente le quiere “meter droga” lo hace, entonces uno se hace a un lado hasta que la situación se normalice.

L. P: ¿Existe alguna clasificación para la prestación del servicio?
R. G: El más delicado es el “servicio caliente” luego es el clase media en la cual uno ya sabe que va a prestar el servicio al 100 % y tenemos los de clase alta que son generalmente los de los presidentes, en este servicio les gusta mucho más el silencio y la tranquilidad.

L. P: ¿Cuántos “operarios” son ustedes, porque les dicen operarios, cierto?
R. G: Nosotros somos 10 operarios.

L. P: Usted se puede decir que trabaja con y para la muerte ¿Qué mensaje nos dejaría?
R. G: Mi mensaje número uno es que las cosas se deben dar en vida, porque uno se pone a mirar y la gente se vienen a dar golpes de pecho cuando ya no puede volver la vida ¿no? Así uno se dé golpes contra el mundo, no se puede revivir a la persona; lo mejor es darle a las personas o a los seres queridos en vida, porque uno ¡Qué saca uno! con darle serenatas a personas muertas si no lo pueden disfrutar en el cofre. Aquí es donde acaba todo.

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